El partido entre Villarreal y Real Betis dejó un sabor amargo fuera del césped: varios aficionados béticos sufrieron agresiones verbales y físicas en las gradas de La Cerámica.
La tensión estalló tras el segundo gol de Antony, que selló el empate en el tiempo añadido.
Durante la celebración, se lanzaron objetos desde la grada local, incluyendo una botella que interceptó Aitor Ruibal.
En las zonas donde se mezclaban hinchas, varios seguidores del Betis fueron increpados, insultados y obligados a abandonar el estadio escoltados por seguridad.
Todo por celebrar un gol que significaba seguir vivos en la lucha europea.
La escena fue tan lamentable como evitable.
Los afectados no provocaron ni respondieron a los ataques, simplemente mostraron alegría por el empate.
Este tipo de comportamientos empañan el fútbol y ponen en riesgo la convivencia entre aficiones.
Desde el entorno verdiblanco se espera que se investigue lo ocurrido y se tomen medidas para evitar que se repita.
El fútbol debe unir, no dividir.
Y aunque el empate fue un logro deportivo, lo vivido en la grada dejó una herida que va más allá del resultado.
Vista Previa del Tweet:
Sigue nuestro canal de Noticias Betis en WhatsApp y también en Telegram